domingo, 14 de mayo de 2017

adiós Freddy

Hola Freddy,

Tenemos que hablar… no sé cómo decirte esto… No es la primera vez que sale el tema, y pensé que la última vez que hablamos llegamos a un acuerdo, pero parece que todavía no te ha quedado del todo claro…

Freddy, tío, tienes que dejar de asustarme.

Sabes que te quiero y aprecio tu estilo, eres sexy y me pones cachonda lo sabes, pero esto no puede continuar así. Llevas años acorralándome, encerrándome en habitaciones oscuras, en altillos y trasteros, y cantándome la puta canción “ 1, 2 Freddy viene a por ti. 3, 4 cierra la puerta. 5, 6 coge un crucifijo. 7, 8 mantente despierta. 9, 10 nunca más dormirás”.
¡Freddy, ya no puedo más tío! Tengo 33 años y sigues cantándome la misma vaina, noche tras noche coño…
Esta vez va en serio: me tienes harta. Como Cristo a sus 33 años voy a coger al final el puto crucifijo -que nunca lo he tenido antes a mano, porque me daba cosa cortarte el rollo, pero ahora ya está tío, se acabó-, me toca resucitar. Cojo el crucifijo y a tomar por culo, te lo clavo en el corazón, en los cojones o donde me pille antes, que ya estoy harta de tanta tontería.

Freddy coño, ¿es que no te das cuenta que todo tiene un limite? A mi también me gusta jugar pero esto ya es abusar. ¿Es que no te das cuentas de las consecuencias de tu putito “hit” de canción? Llevo toda mi vida escondiéndome Freddy, desde pequeña. Toda la vida encerrada en mis propios altillos imaginarios, con una tensión interna de la hostia, pensado todo el rato que estás ahí, y que vas a aparecer. Y si todavía fuera verdad y aparecieras y echásemos un polvo o algo, pues yo que sé, guay, pero es que ni eso!
Y mientras tanto la puta canción va sonando en mi inconsciente “1,2…” y así ando todo el día, corriendo con el 1, 2 en mi cabeza, contando los segundos que me quedan antes de encontrarte. Y me ha cogido tanta tensión y tanta angustia que hasta se me ha olvidado qué es lo que pasa si me encuentras. Y por si acaso, mientras, yo me he dicho que debe ser algo malo; y de tanta paranoia no paro de maltratarme a mi misma; como si fuera tu propia sirvienta, la que ejecuta los deseos del señor. No, si tonto no eres Freddy, desde luego. Tú te inventas una mierda de canción y los demás se tienen que currar el resto. ¡Venga ya! Yo ya estoy harta de hacerte el trabajo duro Freddy. Si tienes dos cojones, ven ahora y a ver qué pasa, porque tanta expectativa me tiene ya aburrida.

Freddy, lo siento pero tu canción no la vuelvo a pasar por mi disco, búscate otra victima si quieres, se acabó lo nuestro. Ya no te tengo miedo Freddy.

Y si se te ocurre volver a pasar por casa, procura tener la polla bien dura, porque sería lo único que podría salvarte el error.

Que te vaya todo bien.

Tú ex-sacrificada

jueves, 12 de enero de 2017

los desconocidos


Tratémonos como dos desconocidos.
¿Es eso?
Después de tanto tiempo vivido.
Ahora tenemos que jugar a los desconocidos.
Al desconocimiento.
Al ignorarse y hacer ver que no nos vemos.
Hacer ver que no sabemos.
Hacer ver que no nos queremos…
Ojos que no ven, corazón que no siente.
Eso nos dijimos la última vez.
Pero todo esto es tan solo una tapadera.
Todo esto es como un wáter atascado de mierda.
Y tiras de la cadena, pero el agua tan solo quiere subir, y desbordar por la boca.
La mierda quiere subir y te amenaza con ello.
Te amenaza porque sabes que si sube, si sale por la boca, todo se va a tomar por culo.
Todo lo que tiene que ver con tu razocinio se va a tomar por culo.
Y tan solo va a haber fango.
Tienes miedo de ese fango, y quizás yo también empiece a tenerlo.
Yo, que siempre me creí tan “aun-tén-ti-ca”.
Juego ahora al juego de los cobardes como cualquier otro ser mediocre.
Juego a callarme, y a tapar lo que mi corazón chilla.
Juego a ser adulta, y saber que todo pasa.
¿Todo pasa?
¿De verdad?
Pasar no pasa nada sin que te pase a ti en consecuencia.
Ese juego de adultos es el que borra las sonrisas de todos los que conozco mientras van haciéndose mayores.
Madurez se le llama.
Y una mierda madurez.
Tristeza.
Eso se llama tristeza queridos amigos.
Tristeza de haber dejado escapar tantas oportunidades.
Tristeza de haber vivido tan poco.
Tristeza de no creer más en que algo pueda cambiar.
Le llaman también nihilismo, y es tan solo tristeza.
Tristeza del aburrimiento de hacerse mayor y olvidar que es el riesgo.
Se les cae la baba cuando ven a los bebes…
Son tan puros.
“Ellos todavía pueden tener ilusión por algo”.
“Ellos tienen todavía toda la vida por delante”.
Porque el resto ya estamos muertos ¿verdad?
No. No me pidas que nos tratemos como dos desconocidos porque no lo pienso hacer.
Porque hemos follado, reído y llorado, saltado, cantado y bailado, hablado, escrito y chillado.
No me pidas que todo lo que existe en esta vida sea solo lo que tengo delante de mis ojos.
Porque yo voy mucho más allá…
Y este juego, el juego de la vida, es mucho más serio que este juego finito de tres dimensiones.
Mucho, mucho más serio.
Estoy en tu cama y en tu pensamiento.
En tus agallas y en todo tu amor.
Así que no me pidas que todo se vuelva nada.
No me pidas ser hipócrita jamás.
No me pidas ocultarme, ni ocultarte.
No me pidas ser cobarde y olvidar.
No me pidas nada de todo eso y todo esto te pido yo.
Te lo pido y te lo pido por favor.