jueves, 20 de enero de 2011

Igual...

Igual es que a mi me enseñaron que cada paso tiene un antecesor.
Igual es que cuando algo no me dice sí, entiendo que es que no.
Igual es que aprendí que cada cosa tiene un valor precioso, cada humano un cuerpo intocable, y que el respeto es algo que tan solo la confianza puede a veces ignorar.
Igual es que soy sensible a cada partícula de impureza armónica que existe en el cosmos.
O igual, quizás, soy demasiado tonta como para gritar.
Igual es que las palabras me parecen menos fuertes que los sentidos y menos perspicaces que la percepción.
Igual es que vivo en un mundo de valores demasiado importantes como para ignorar.
Igual simplemente es que soy una sentimentalista, porque soy mujer y todo me parece un drama.

O igual no.

O igual no y es que la gente tiene demasiada prisa y no mira quien tiene delante antes de pisar.
Igual no y es que no se escucha lo suficiente como para oír con claridad la realidad.
Igual no y es que a la mayoría les importa todo un pito y solo piensan en su propio ser y en la auto-mastubación, en el orgasmo violento pese a la aflicción contigua.
E igual es que es verdad que la armonia es el estado natural y lo demás tan solo deformaciones tóxicas.
Incluso igual es que soy demasiado lista y que por eso no grito.
O igual es que sí, que la lengua tan solo es una forma de expresión, y que por contra tenemos cinco sentidos más, aunque para la mayoría parecen estar inutilizados.
E incluso igual es cierto que ya no existen más valores en el mundo.
E igual también, tengo todo el derecho de sentir aquello que me rodea con intensidad, sin que ello suponga un defecto de género, mas en todo caso, una virtud de personalidad.

E igual es que hoy ya paso de todo, y esta noche la que me masturbo soy yo y me cago en la puta aquí delante y a quien me rechiste la intención.

Amén.